jueves, 3 de julio de 2014

Timiza, más que un barrio.

Los procesos de urbanización que inundan los barrios en Techotiba han hecho que se deje en el olvido la historia detrás de los mismos. Uno de estos casos lo podemos encontrar en el barrio Timiza, en dónde las casas antiguas –lo que anteriormente se conocía como la Célula M- han sido cercadas por los proyectos de Conjuntos Residenciales, desterrando así la historia de las mismas. Seguramente, la mayoría de los habitantes que han llegado a éste barrio no saben que estas casas fueron pensadas como proyectos de vivienda de interés social hace un poco más de cuatro décadas.

Contaremos entonces ésta historia desde la memoria narrada por una de sus residentes más antiguas. Ella es doña Leonilde Gómez de Quecano, una mujer de 92 años que llegó al barrio junto con su esposo y sus ocho hijos en el año de 1961, tras el sueño de adquirir, por fin, una vivienda. Por aquél tiempo doña Leonilde y su esposo Jorge, vivían en un edificio en el barrio Puente Aranda.Él manejaba una caldera de la fábrica de aceites SIGRA. Ella se dedicaba a las labores del hogar, a atender oficios varios de los residentes y a cuidar el edificio, así se pagaba parte de su estadía allí. En la misma época, lo que se conocía como el Instituto de Crédito Territorial, se encargaba de ejecutar proyectos de interés social. A uno de dichos proyectos pudo tener acceso don Jorge, ya que hacía parte de una de las centrales obreras, la UTC. Recuerda doña Leito con alegría el momento en que su esposo llegó a casa con la noticia de que había sido seleccionado para aplicar al crédito de una de estas viviendas, que costaban alrededor de 58 pesos que debían ser pagados durante 15 años y que el paso a seguir era ir a conocer el barrio y las casas. Así llegaron a Timiza con la gran ilusión de que alguna de éstas casas fuera suya. A mediados de Diciembre del año 1961 en el Sena de la carrera 30 se llevó a cabo el evento donde se sortearían las casas para los adjudicatarios. Los Quecano entonces, por cosas del destino, quedarían ubicados en la Manzana M4 Casa N. 11, hasta el día de hoy. Faltando tan solo dos días para las fiestas navideñas, doña Leonilde, su esposo y sus ocho hijos se pasarían a vivir a su nueva casa, con apenas algunos enceres que tenían y aún sin disfrutar de los servicios básicos. Tanta era la alegría y la necesidad de tener su casa que no prestaron atención a la fecha ni a las condiciones en las que se les había entregado la misma, ya que estaba en obra negra. De igual manera, doña Leito recuerda que en ese momento tampoco se contaba con dinero inmediato para arreglar la casa, los cambios se fueron realizando con el tiempo. Fueron bastantes los momentos que tuvieron que vivir con cierta incomodidad, ya que cada mañana debían acercarse a un camión que les proporcionaba agua y en las noches compartían un rato en familia, iluminados por velas hasta que el sueño los venciera.

Muchos fueron los habitantes que tuvieron que soportar éstas molestias. Sin embargo lo más importante era que cada uno de ellos se había hecho a una casita, como dice doña Leito. Así mismo muchos fueron los lazos que se entretejieron en la comunidad al momento de ir a coger el agua, o de ver televisión en la única casa que la tenía o de pedir el único teléfono de la cuadra. Muchas de estas relaciones aún existen: amistades de más de cuarenta años que se mantienen entre las antiguas personas que aún quedan, ya que muchos han decidido irse a otros lugares o Diosito se ha acordado de ellos. Doña Leonilde, quién hoy en día vive con una de sus hijas y sin su esposo, ya que falleció hace treinta años, es tal vez de las pocas residentes “adjudicatarias” de éste barrio que aún está presente para contarnos su historia y la historia de la célula M de Timiza, una memoria oral que es fundamental rescatar debido a su importancia para la memoria colectiva.

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